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03 septiembre 2018

BULLYING. ACOSO ESCOLAR, IGLESIA... #MeQueer

AGRADECEMOS EL TEXTO DE JORGE EN EL QUE NARRA SUS PÉSIMAS EXPERIENCIAS ESCOLARES EN ÁNIMO A QUE CUALQUIER PERSONA QUE ESTÉ PASANDO POR LO MISMO SEPA QUE NO ESTÁ SOLA Y QUE PUEDE CONTAR CON NOSOTROS. #MeQueer 
Texto íntegro de "Jorge Valiente"

"Sufrí bullying/acoso en el colegio, Peñarredonda (A Coruña), empezó cuando tenía 12 años y fui a una excursión obligatoria con el colegio, que se llamaban "convivencias" (¿irónico verdad?). Me puse enfermo y lo único que hice es acurrucarme junto a mi mejor amigo, que dejó de hablarme a los pocos meses. Ya en ése momento hubo comentarios de los cursos superiores, porque éramos varias clases de diferentes edades, pero no le di importancia. Pensaba que se les olvidaría, pero no fue así.
Con el tiempo fue muy duro, es un colegio del opus dei y no tenía a nadie para comentarle lo que me estaba pasando. Era un niño y no había ni redes sociales ni la información que hay hoy en día. Cada día era una tortura levantarme para ir a un sitio donde sabía que me iban a maltratar, muchas veces vomitaba el zumo de naranja que mi madre me daba de desayuno.
Siguió pasando el tiempo y en mi enconada resistencia todo el colegio estaba al tanto de que yo era gay, así también los profesores que presenciaban con sus propios ojos el acoso que sufrí. No hicieron nada.
Tuve que dejar de comer en el comedor, porque era imposible ya que era entrar en el recinto y comenzar un aluvión de insultos, tirarme comida...etc. Adelgacé muchísimo, nadie hizo nada y en mi entorno nadie se preocupó.
En la hora de la comida vagaba como alma en pena por el colegio ocultándome de todos para no provocar una avalancha de improperios. Los curas me veían caminando y uno de ellos me cogió del brazo y me dijo que pensase en "abrazar a Dios" e iniciarme en el sacerdocio cuando pudiese. Le dije que no. No recuerdo exactamente las palabras que le dije, pero nunca me lo volvieron a preguntar. Eso sí en una confesión, en un despacho no un confesionario, otro sacerdote me preguntó si me masturbaba, porque le dije que no sabía que decir porque no tenía nada que confesar (no había hecho nada malo, lo único que hacía era sufrir). Por aquel entonces yo no sabía ni lo que era la masturbación y él me lo explicó, detalladamente, ante mi sorpresa. Estaba completamente en shock. Él tenía una erección en ese momento. Salí acalorado, sofocado, agobiado y corriendo. Alegre de que no hubiese pasado nada más y nunca volví a confesarme. Cuando era la hora de confesión me ocultaba en mis sitios habituales para que nadie me viese.
Recuerdo varios acosos que me marcaron: hubo peleas, persecuciones, pero recuerdo claramente a un compañero que me cogió del cuello en un intercambio de clase y me apretó hasta dejarme sin respiración. El profesor pasó al lado para abrir el aula y no hizo nada, yo como pude le di una hostia y no volvió a acercarse (eso sí me amenazó de muerte el niño).
Con 14 años ya no aguantaba más y me armé de valor y le dije a mi madre que me quería cambiar de colegio. Ella reaccionó dándome una bofetada. Yo no lo entendía, y nunca lo entenderé. Ella alegó luego que estaba en una situación difícil por el divorcio de mi padre y que estaban haciendo un esfuerzo grande por pagarme el colegio, en realidad lo pagaba mi padre no ella.
Mi abuela hizo que entrase en razón y me dejaron cambiarme de colegio. Eso sí tuve que buscarme yo el nuevo instituto. Ellas fueron a Peñarredona a buscar mi libro escolar y las secretarias les dijeron que: "El colegio no es el problema. Ése niño va a llevar consigo el problema allá a donde vaya." Mi abuela se disgustó muchísimo, creo que algo les contestó a las secretarias defendiéndome según me comentó mi madre.
Yo sobreviví a todo esto. Pude salir y hacerme fuerte, aunque nunca se olvida todo este sufrimiento. Tengo cicatrices que ya no tienen remedio pero quiero pensar que para algo me sirvió todo lo sufrido.
Yo sobreviví al bullying, Jamel Myles, que tenía 9 años, no. Como tantos otros niños que por desgracia no han sobrevivido.
Escribo esto para dar testimonio de lo que sufrimos las personas LGBTI.
Nunca pensé en decir públicamente todo lo que sufrí. Aún siento vergüenza en parte por haber permitido que me hiciesen todo esto.
Pero nunca van a poder conmigo.
Tenemos que conseguir que no vuelva a pasar. Tenemos que educar. Tenemos que dar ejemplo. #LGBTI #MeQueer " 

12 enero 2018

BULLYING y sus consecuencias imprevisibles.

TEXTO ÍNTEGRO de Javier Cid.  

La imagen puede contener: una persona, sentada, sala de estar e interior


Llegó la hora. Sólo le pido a Dios, o a esas fuerzas vaporosas que mueven el mundo, que me alcance la vida para hacer mi revolución a tiempo. Necesito unos días, solo unos, y ya entonces podré morir en paz, con gran algarabía de pamelas en mis funerales. Hace 25 años que dejé el colegio, lo que venía llamándose la EGB, y con tal efeméride he sido incrustado en un chat de whatsapp con todos todos mis ex compañeros. Se está promoviendo un encuentro para festejar lo felices que eran hace un cuarto de siglo, cuando no tenían más runrún adolescente que jugar al fútbol y destrozarme la vida. Yo, que tengo poco que festejar de aquellos años terribles, guardo silencio. Leo los mensajes agazapado, enlutado en todos los recuerdos que me acorralan desde hace días. Sólo espero el momento de atacar; entonces, cuando pongan día y hora a su reencuentro miserable, escribiré una soflama tremenda que ya barrunto en mi cabecita loca. No estuvo el fútbol entre mis virtudes, pero sí el don de la escritura, y con esa lanza de palabras como balazos pienso clavarles mi desprecio. Por las pintadas de 'maricón' en las paredes del colegio. Por los cabezazos con los que me partisteis el labio y me rompisteis, también, un poquito por dentro. Por aquella tarde de invierno (había tanta nieve, la siento todavía hoy en las mejillas) en la que me destrozasteis una bici nueva al despeñarla por El Barranco, aquel paraje inhospito del barrio en el que años después yo perdería mi virginidad, menuda paradoja desesperada. Por humillarme, por avasallarme, por robarme las ganas, la risa y las palabras, porque me arrancasteis las ganas de hablar, de decir, de ser, durante una niñez que parecía no acabarse nunca. Con 14 años me libré de vosotros, creí que por siempre, y ahora resucitáis en un grupo de whatsapp que me sonroja, pues será que no os queda ni un trocito de vergüenza. Por eso voy a responderos en un post legendario, un ajuste de cuentas que hará historia. Será el mejor texto que escribí nunca, mi pequeño legado a la Humanidad. Por justicia poética, me voy a vengar con lo único que tengo, que es mi pluma. No lo haré por mí, pues tengo más agallas que todos vosotros juntos y a Hostias me hicisteis más fuerte. Me hicisteis un hombre. Me hicisteis ganar. Lo hago por mi madre, a la que los golpes le dolieron más que a mí. Y lo hago por los chavales que aún hoy soportan lo insoportable, pues las peores guerras a veces se suceden entre pupitres. Os voy a dejar sin aire, hijos de puta. Y entonces, ya sí, cerraré esa puerta de una puta vez. Y ahora, si me disculpáis, voy a cenar callos con garbanzos, que son buenísimos para el vigor. Y, por cierto, me queda el consuelo de saber que habéis visto, al menos en foto, lo bueno que estoy.


Foto del perfil de Javier Cid, La imagen puede contener: una persona, selfie, barba, primer plano e interior